Mohammed G., de 25 años y residente en Rotterdam, sólo tenía un deseo: viajar a Siria para luchar como rebelde. Y no se quedó en un deseo. G. reunió dinero para su viaje a través de chats, compró billetes, canceló su habitación y vendió todos sus enseres domésticos. Sin embargo, ayer en el tribunal de Rotterdam, el fiscal anunció que no procesaría a G.. Sin embargo, sí exigió que G. recibiera tratamiento en una clínica psiquiátrica.
El iraquí era sospechoso de preparar un viaje a la yihad. Ayer escuchó la demanda inmóvil. Durante toda la vista se acogió a su derecho a guardar silencio, ante el cansancio del juez. La única vez que G. abrió la boca fue cuando el juez le preguntó si no le gustaría volver a Irak. "Mucho, para casarme con mi mujer", murmuró el chico.
G. llegó a Holanda desde Iraq cuando tenía 10 años con sus padres y ocho hermanos. Más tarde, la familia decidió regresar al país islámico, pero G. y una de sus hermanas se quedaron aquí. Creció en Rotterdam y se pasó la vida trabajando en supermercados.
Psicótico
El psicólogo y el psiquiatra que examinaron a G. están de acuerdo: las cosas se torcieron para G. a una edad temprana. Desarrolló un trastorno psicótico, que todavía le aqueja. Según los expertos, está completamente loco.
La fiscalía cuestionó ayer las conclusiones de esos expertos. "Reservar un billete vía Bruselas a Turquía, trazar rutas y reunir dinero para un viaje yihadista no es algo que se haga 'por accidente'. G. tenía planes muy concretos", dijo el fiscal. Por ejemplo, se encontró un campo de tiro en el ático de G., donde "se entrenó como pistolero", según el fiscal.
Aunque el abogado de G., Serge Weening, no negó que su cliente tuviera intención de viajar a Siria, dijo que no había pruebas suficientes de que realmente quisiera luchar allí por la yihad.
Veredicto el 14 de agosto.