Mohammed G., el yihadista de 28 años de Maastricht, fue detenido en un piso de Maastricht la semana pasada por su implicación en un delito violento. Sin embargo, ese delito, según el fiscal, no tiene nada que ver con el terrorismo o el yihadismo.
G. está provisionalmente en restricción durante quince días, lo que significa que no se le permite ningún contacto con el mundo exterior, salvo con su abogado. Por esta razón, el fiscal tampoco quiere dar más explicaciones. En cuanto a las informaciones aparecidas en De Telegraaf de que la policía había utilizado una granada para forzar la entrada en la casa de G., el fiscal no quiere hacer comentarios.
Octubre de 2017
G. fue puesto en libertad en octubre del año pasado. Esto se produjo tras una condena en apelación a tres años de prisión, uno de ellos en suspenso, con un periodo de libertad condicional de cinco años. Había cumplido su condena de dos años de prisión casi en su totalidad en prisión preventiva. A G. se le impuso un periodo de libertad condicional excepcionalmente largo con condiciones especiales como una tobillera debido a sus persistentes ideas yihadistas, el riesgo de reincidencia y el riesgo de que cometiera un atentado en los Países Bajos. Además del brazalete en el tobillo, esas condiciones incluyen la supervisión de la libertad condicional, la prohibición de entrar en contacto con personas incluidas en la lista de terroristas, la prohibición de acudir a aeropuertos y la cooperación en las entrevistas con un experto en islam. En aquel momento no estaba claro en qué lugar de los Países Bajos viviría G.. Ahora la detención ha dejado claro que se trataba de Maastricht, la ciudad en la que ya había sido detenido en dos ocasiones anteriores y donde también había indicado que querría hacer "algo" si se quería frustrar su rumbo yihadista a Siria.
Muerte por tortura
Mohammed G., de origen kurdo iraquí, intentó sin éxito viajar a Siria al menos tres veces. Ya en 2013, fue declarado culpable de preparar atentados terroristas al intentar participar en la lucha armada en Siria, pero declarado completamente demente. Fue internado en un hospital psiquiátrico durante un año. Aunque le retiraron el pasaporte, G. partió hacia Irak casi de inmediato, sin embargo, su intento de unirse al Estado Islámico quedó en nada. Regresó a los Países Bajos sin dinero en 2015 y fue acogido por el Ejército de Salvación en Maastricht, ciudad en la que también había vivido anteriormente. Entonces se desplegaron dos agentes encubiertos y escuchas telefónicas. G. aún parecía querer morir como un mártir en el califato y expresó su voluntad de adquirir ese martirio en los Países Bajos si no conseguía viajar al califato. Pagó para adquirir un pasaporte falso en otoño de 2015. Fue entonces cuando fue detenido.