Si come fuera de casa con demasiada frecuencia y sin pagar, acaba a pan y agua. Así lo demostró ayer una mujer de 33 años de Curaçao que tuvo que responder ante el tribunal en Maastricht. Ya fuera en Beek, Roermond, La Haya o Maastricht, siempre fue la misma. Entró en un restaurante, dio una orden al camarero, comió abundantemente y luego se levantó y salió del local sin pagar.
Esto último le salió mal la mayoría de las veces. Y finalmente, tras volver a hacer ese truco el 23 de marzo de este año en el Grand Café Malle Babbe de Maastricht, se le permitió sentarse en la cárcel con el estómago lleno. La mujer ha estado en la cárcel desde entonces.
Su abogado Serge Weening pidió al tribunal que le impusiera una pena igual a la de prisión preventiva. El fiscal Leonard Geuns lo consideró "desagradable": pidió siete meses de prisión, menos la prisión preventiva. Veredicto en quince días.